Resonancia de la elección presidencial: escenarios y desafíos para Colombia

El domingo 17 de junio de 2018, Iván Duque Márquez, el candidato por el partido Centro Democrático (CD), que representa a las fuerzas de derecha en Colombia, ganó las elecciones presidenciales por un poco más del 53% del total de votos ciudadanos en la celebración de la segunda vuelta. Su periodo de gobierno se inicia el próximo 7 de agosto. ¿Qué significa este acontecimiento y cuáles desafíos surgen frente a los derechos humanos y la agenda de democratización?

La paz sitiada: ¿estancamientos y retrocesos?

Sin duda, Duque logro cohesionar a las fuerzas políticas más recalcitrantes frente al proceso de paz. Los líderes de su partido político anunciaron un año antes que la campaña presidencial que iniciaban tenía por objeto “hacer trizas el acuerdo”, como lo manifestó el ex ministro Fernando Londoño Hoyos. Si bien Duque ha sostenido que “no hay que hacer trizas los acuerdos con las FARC, pero sí modificaciones importantes”, su victoria en las urnas es vista como la oportunidad de estos sectores para frenar el Acuerdo Final y en lo posible retrasar su implementación.  Por lo tanto existe el riesgo de que en el mediano y largo plazo las ambiciosas reformas que se requieren para hacer efectivo el Acuerdo se queden sin el impulso político suficiente y éste decaiga en un conjunto de promesas incumplidas que sumerjan al país en la frustración y lo hagan retroceder a la barbarie.

Tan solo un día después de la elección de Duque, el CD promovió el aplazamiento del trámite de la ley de procedimiento que requiere la Jurisdicción Especial para la paz para iniciar las labores de investigación y sanción de los delitos cometidos en medio del conflicto armado. Esto se suma a una cadena más amplia de dilaciones que han impedido su desarrollo. Hay que recordar además que las violaciones sistemáticas a los derechos humanos ocurridas durante el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez, hoy senador de la República y mentor de Duque, podrían ser conocidas por esta justicia especial.

La salida del pantano y el futuro de la democracia

Frente a los intentos por empantanar la implementación del Acuerdo Final se espera una oposición ciudadana significativa que se niega a alimentar la espiral de violencia.

Los comicios, también demostraron la existencia de una poderosa fuerza política alternativa en el país representada en los casi diez millones de votos que obtuvieron en primera vuelta los candidatos Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle. Aunque no logró la Presidencia, Petro obtuvo más de ocho millones votos en la segunda vuelta, cifra histórica para un candidato de izquierda en el país.

Petro logró movilizar a buena parte de la ciudadanía que no se identifica con un gobierno que se muestra como la continuación del uribismo, en especial de ese fervor paternalista y chauvinista de la “mano dura” contra “los enemigos” cimentado en la maquinaria política y la corrupción. No debe pasarse por alto que en segunda vuelta Duque logró el respaldo de Cambio radical, el partido con el mayor número de políticos investigados por sus nexos con el paramilitarismo[1], y del partido conservador, liderado por el ex Procurador Alejandro Ordoñez, quien manifiestamente frenó los avances en materia de igualdad de derechos de las parejas del mismo sexo y utilizó su investidura pública para fomentar la persecución política, como fue el uso sesgado e ilegal del poder disciplinario contra Gustavo Petro cuando era alcalde Bogotá[2].

Duque –y en buena medida el grupo que él representa— ganó las elecciones pero el poder gravita en el dinamismo propio de las complejas relaciones humanas. El futuro presidente tendrá que interactuar con una ciudadanía tal vez, menos ingenua y ¿por qué no? más moderna, que siente que la sociedad política ha renunciado definitivamente a la violencia, y que se siente además abierta al pluralismo y la diferencia. Habrá que ver cómo esa energía ciudadana logra permear instituciones representativas conformadas aún por mayorías afines al nuevo Gobierno y anclada en poderes tradicionales, y si la justicia logra convertirse en contrapeso y control como ya lo hizo durante la era de Uribe.

Al momento de escribir estas líneas los medios mencionan que Donal Trump se refiere a los migrantes como “gente de países de porquería” y que EEUU en la aplicación de su política de “tolerancia cero” separa a cientos de niños de sus familias a quienes encierran en “jaulas”. Los nicaragüenses enfrentan la cruenta represión del Gobierno, organizando un paro nacional bajo la consigna de que “Ortega y Somoza son la misma cosa”. Los actos de indignidad de gobernantes como estos no representan el sentir de los pueblos, incluso a pesar de que hayan podido despertar la simpatía de amplias mayorías electorales. Por eso, el sólido consenso en torno a la paz en Colombia es el clamor general a pesar de que las mayorías en las urnas parecieran haber expresado otra cosa.

Andrés Mauricio Guzmán Rincón
Estudiante regular de los cursos de doctorado en derecho de la Universidad de Buenos Aires (Arg), magister en derechos humanos y democratización de la Universidad Nacional de San Martín (Arg), abogado y magister en derecho de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre (Col) y de la Escuela de Posgrados de la Escuela Superior de Administración Pública (Col). andresmauricioguzman@gmail.com

[1] Liderado por el también candidato presidencial German Vargas Lleras.

[2] Casi tres años después de la sanción consistente en la destitución e inhabilidad impuesta por la Procuraduría General a Gustavo Petro, el Consejo de Estado profirió sentencia revocando dicha decisión por no haberse demostrado que el ex alcalde hubiese incurrido en faltas gravísimas al haber cambiado el esquema de recolección de basuras en la ciudad.

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