Infección estatal: un diagnóstico preventivo
On 03/04/2020 by adminAnte el galopante incremento diario de casos confirmados y decesos a causa del nuevo coronavirus (COVID-19), el mundo entero se ha ido replegando frente a lo que parecería ser una de las crisis sanitarias con más embate en lo que va de la última centuria. Si bien hasta la fecha la problemática se ha blindado como un asunto netamente de salud, en donde médicos especialistas y epidemiólogos están formulando recomendaciones a los gobiernos con el fin de evitar la propagación del virus, el asunto desentraña otras aristas del tipo social, económicas y políticas que ya empiezan a emerger.
El filósofo eslavo Slavoj Zizek logró consolidar en las últimas semanas la crítica más recurrente en cuanto al virus y sus implicaciones en el sistema capitalista[1], remitiéndose de manera análoga a “la técnica del corazón explosivo”, propia de una de las obras más aplaudidas del cineasta Quentin Tarantino[2]. Zizek explica que el coronavirus es uno de tanto golpes que ha venido recibiendo el “sistema global capitalista” para luego morir. El asunto es que las medidas económicas propias de nuestro sistema no se han hecho esperar y se presentan con el corolario de sectores de la sociedad económicamente activa y empresarios preocupados por los rendimientos económicos (decrecientes) que se verían mermados mientras duren las medidas de contingencia.
Llegado este punto, los diversos ámbitos tanto sociales, económicos y políticos a los que nos referíamos, se constituyen en antecedentes necesarios – pero no suficientes – para enfrentar contextos convulsionados que desenmascaran las falencias del rol del Estado nación, frente a poblaciones que no tienen otra alternativa que confiar en la capacidad de sus respectivos sistemas de salud, aunque estos, no posean los recursos materiales y humanos para combatir la pandemia, sin mencionar los efectos sociales que de ella se desagregan y que también el Estado tiene la obligación de extender su bienintencionada mano de cara a la satisfacción de servicios.
Otra de las voces que ha hecho eco de esta problemática en la comunidad académica es Manuel Alcántara, quien problematiza la institucionalidad del Estado en América Latina como un bien necesario, al que durante los últimos treinta años se le ha puesto en tela de duda su funcionalidad en un marco neoliberal que defiende la libertad, competencia e individualidad, todas ellas inherentes a la sociedad de mercado.[3] Esta lectura apunta varias de las cuestiones periódicas y locales de la región en cuanto al establecimiento del Estado de Bienestar con base en partidas presupuestarias, políticas públicas, planificaciones y servicios públicos de calidad que en la actual coyuntura reflejan una debilidad traducida en el tentativo desbordamiento de los sistemas de salud.
Dado que las configuraciones estatales de los países latinoamericanos han tenido que enfrentarse con celeridad a los efectos del coronavirus (COVID-19) bajo los estrechos antecedentes de las experiencias en Asia y Europa, se ha puesto a prueba de una manera indirecta la capacidad estatal para el manejo de este tipo de crisis y con ello, evaluar cuán preparados nos encontramos para futuros acontecimientos y tomar los correctivos necesarios en materia de gestión de la salud pública. De ser así, habremos de sacar la mayor ventaja de una lección aprendida a la fuerza, contrarreloj y a costa de muchas víctimas.
El Estado y el virus económico
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el acceso y cobertura de salud es de tipo universal, integral, adecuado, oportuno y de calidad, que se implementa bajo un enfoque multisectorial de acciones y políticas públicas, que tienen como finalidad la promoción de la salud y el bienestar.[4] Aquí el Estado tiene un rol imprescindible no solo en cuanto a garantías y diseño institucional, pero todas estas acciones – propias de un Estado de Bienestar – requieren de recursos, de nociones redistributivas y de un manejo cuidadoso y estratégico de la economía de cada nación bajo sus divergentes situaciones. La economía pues, es un eslabón clave si lo que se pretende es fortalecer los servicios públicos y mejorar el bienestar social en el marco de la estatalidad.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció el pasado 19 de marzo que la crisis que atraviesa el mundo entero en estos momentos, podría desencadenar en una recesión global de talante similar, o aún más profunda que la crisis financiera de 2008, por ende, se avizora el crecimiento negativo para América Latina y sus efectos en la población.[5] Según Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), tanto la oferta como la demanda en los sectores productivos se verá afectada a causa de la debacle del comercio mundial. Este panorama encuentra su correlato en el incremento de las tazas de desempleo y la caída de hasta el 10,7% de las exportaciones de la región.[6]
Esta contracción económica de -1,8% del PIB regional – según estimaciones de la CEPAL – desembocaría en un incremento de 185 a 220 millones de personas en situación de pobreza, y se dibuja peor el cuadro para los casos de extrema pobreza: de 67,4 a 90 millones. Ahora, si bien el descenso del PIB se vería reflejado en el poder adquisitivo y en medidas fiscales y monetarias fluctuantes de gobierno a gobierno en América Latina ¿Podría también afectar a los servicios de salud en medio de una pandemia como la que estamos atravesando? ¿Cuántas personas realmente dependen del Estado y de sus recursos en materia sanitaria? Las interrogantes son vastas y más complejas de lo que aparentan, y ni se diga de sus respuestas, pero intentaremos ofrecer algunas nociones.
Figura1. Porcentaje de usuarios de servicios de salud en América Latina, 2000-2016
En primer término, un 42% de la población latinoamericana asegura que la cobertura pública de salud es su opción frente a situaciones de enfermedad, seguido de quienes aseguran no contar ni con cobertura pública o privada en un 37%, y un bajo porcentaje de 18% que lo hace mediante canales privados. Las cifras son contundentes: En América Latina la salud pública es por excelencia el servicio al que acude gran parte de la población, y en los contextos en los que no cuentan con esta prestación, parecería que la gente queda en la indefensión, es decir, que es posible una migración directa de no contar con cobertura a la cobertura pública, y al margen del panorama un sector pequeño pero estable en la prestación privada de salud.
Pero eso no es todo, el aparente despegue desde el año 2005 en cuanto al sector que hace uso de la salud pública, también podría coincidir con más porcentaje del PIB destinado a salud, el cual va de 5,8% al 6,9% durante el periodo de tiempo estudiado. La situación parece haber mejorado en la región en términos generales, empero esto no se traduce en una calidad de estos servicios de salud, o peor aun, que estemos preparados para contextos como los actuales.
Figura 2. Gasto total en salud como porcentaje del producto interno bruto con porcentaje de usuarios con cobertura de salud pública en América Latina, 2000-2016
Si con más inversión en salud los Estados pueden incrementar el número de usuarios de sus sistemas públicos, nos enfrentamos al reto de que efectivamente esos recursos estén siendo empleados para la optimización de hospitales, centros de salud, la adquisición de insumos médicos, capacitación a galenos o el mejoramiento en los salarios de los profesionales. Asumiendo estos supuestos como verdaderos, los países que más destinan parte de su PIB en salud, deberían estar mejor preparados para situaciones controversiales, omitiendo claro está, que cada país es un caso propio y el sesgo demográfico exponencial vinculado al tamaño, entre muchos otros asuntos que ignoramos.
Figura 3. Gasto total en salud como porcentaje del producto interno bruto con porcentaje de usuarios con cobertura de salud pública en América Latina por país, 2000-2016
Al corte de elaboración de este pequeño artículo, Brasil precisamente es el país de la región con más casos y decesos (2,201 casos y 46 muertes), seguido de Ecuador con 1,049 positivos y 27 fallecidos a causa del coronavirus (COVID-19).[8] Esto nos plantea que ni siquiera los países que más han destinado recursos a salud no están libres de la pandemia, y las causas pueden ser de variada índole, desde la naturaleza violenta e impredecible con la que el virus se ha ido propagando sin dar tregua a los mecanismos de prevención, pasando por deficiencias de los sistemas sanitarios, hasta la escasa conciencia de poblaciones enteras que no asumen la peligrosidad del asunto y continúan con sus actividades convirtiéndose en blanco y difusores de contagios.
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Ante el horizonte expuesto, una cosa parece ser clara, y es el rol del Estado en todo este embrollo al ser el ente máximo de control bajo su institucionalidad y capacidad al interior de cada uno de sus correspondientes territorios. Además, lejos de despreocuparnos por los temas económicos que ahora arremeten con más fuerza, tanto gobierno como clase política deben apuntalar una mejor gestión de los recursos no solo en salud, sino en todas las áreas sociales. Dicho esto, no parece cosa menor ni oportunista revisar cifras y preocuparnos por los rendimientos económicos que se están hilvanando, puesto que al fin y al cabo, son esos recursos los que podrían resguardarnos de tantas otras plagas sociales ante las cuales no hemos encontrado cura.
Los retos son grandes: Presencia estatal, supervisión en la gestión de recursos y el compromiso social de trabajar en conjunto.
Giovanny David Córdova Trujillo
Comunicador social – Universidad Politécnica Salesiana, estudiante de la maestría en derechos humanos y democratización (CIEP-UNSAM)
[1] Slavoj Zizek: “El coronavirus es un golpe al capitalismo a lo ‘Kill Bill’ que podría reinventar el comunismo”. Rusia Today. Recuperado de https://actualidad.rt.com/actualidad/344511-slavoj-zizek-coronavirus-golpe-capitalismo-kill-bill-reinventar-comunismo
[2] Zizek hace alusión al film Kill Bill 2.
[3] Alcántara, M. (18/ 03/ 2020). Es el Estado, ¡estúpido!. Latinoamérica21. Recuperado de https://latinoamerica21.com/es-el-estado-estupido/
[4] Para ampliar sobre el tema, se sugiere visitar: https://www.paho.org/hq/index.php?lang=es
[5] Fondo Monetario Internacional.
[6] Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
[7] Los países no reflejados en el modelo poseen una falta de periodicidad en los valores de cada variable a través del tiempo, por lo cual, su inclusión sería sesgada.
[8] Centro Johns Hopkins de Ciencia e Ingeniería de Sistemas, Organización Mundial de la Salud y Comisión Nacional de Salud de China.