
Hay futuro si hay verdad
On 27/01/2025 by admin“Hay Futuro si hay Verdad” es una frase muy conocida, y que se encuentra resaltada en el Informe de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad del conflicto armado en Colombia.
Son muchas las voces que buscaron verse reflejadas en este documento, que bien puede ser considerado una semilla en la historia oficial en Colombia. Muchas víctimas que vieron transformadas sus historias de vida por el conflicto armado fueron partícipes de la construcción colectiva de estos informes. Aquí, la Comisión realizó una sistematización de los casos y denuncias que fueron presentados en los Macro-casos del conflicto: se incorporaron las voces y testimonios de movimientos sociales, grupos y organizaciones formales y no formales. En este foro planteo dos ejemplos de víctimas que procuran un esclarecimiento de la verdad para la justicia y reparación es el caso de MAFAPO – asociación Madres de Víctimas de Falsos Positivos – y Madres de la Comuna 13 de Medellín-.
Siguiendo el concepto planteado por Diani (2015) que ubica a los movimientos sociales como “una red de interacciones informales entre una pluralidad de individuos, grupos y/o organizaciones, comprometidos en un conflicto político y cultural, y sobre la base de una identidad colectiva compartida” (Diani 2015; 10) situamos a las dos organizaciones de madres anteriormente mencionadas, las cuáles se encuentran inmersas en el conflicto político y cultural que busca disputar la memoria “oficial” del conflicto armado. En ambos casos se sitúan en el régimen autoritario militarista del expresidente Álvaro Uribe Vélez que -en razón a una política de seguridad- justificó nexos con el paramilitarismo y crearon una estructura estatal orientada a aumentar el número de muertes en combate de guerrilleros generando beneficios a los militares que reportaban las bajas. Las Madres de la Comuna 13 es una organización conformada por aquellas mujeres que buscaban a sus hijos, desaparecidos en el marco de la Operación Orión; mientras que MAFAPO (Madre de Víctimas de falsos positivos) aúna a las madres de jóvenes que con promesas de trabajo -vestidos como guerrilleros y reportados como caídos en combate por el Ejército- fueron trasladados de barrios vulnerables de Bogotá y Soacha, y que han sido posteriormente ejecutados. En ambos casos, el desconocimiento del paradero de sus hijos genera una identidad colectiva que es compartida por dichas madres.
Estas organizaciones se han institucionalizado para ser reconocidas como parte de los actores en disputa y procurar el reconocimiento de derechos. No obstante, la verdad y la justicia interpela a toda la sociedad colombiana, sobrepasando a las madres que hacen parte de estas organizaciones y se convirtiéndose en una bandera nacional.
En el caso de MAFAPO, muy recientemente hicieron un plantón artístico pintando 6.402 botas y poniéndolas en el Congreso; lo que generó la reacción de un senador del partido Centro Democrático – partido del expresidente Álvaro Uribe Vélez- que lanzó las botas a la basura, generando una gran indignación en la opinión pública poniendo en escena la historia y validez de las cifras de víctimas documentadas por la Justicia Especial de Paz. En el caso de las Madres de la Comuna 13, y a propósito de la investigación de la JEP en donde las madres afirmaban que los jóvenes desaparecidos fueron enterrados en un sector llamado “La Escombrera”; a finales de 2024 comenzaron a aparecer los primeros cuerpos de los desaparecidos de la operación orión luego de remover 36.450 metros cúbicos de tierra.
Frases como “La tierra ha comenzado a hablar”, “Quién dio la orden” y “las cuchas tenían razón” se ha masificado en redes sociales la necesidad de saber y continuar con acciones de búsqueda de la verdad. Más recientemente, se han producido una serie de movimientos muralistas que han pintado la frase “las cuchas tenían razón” en diferentes ciudades y estos murales han sido objeto de vandalismos por la institucionalidad –alegando cuidado y embellecimiento del espacio público- y en otros casos por movimientos de derecha que son negacioncitas del terrorismo de Estado. Situando al espacio público como un campo de disputa discursiva y simbólica.
Tal como lo plantea Castells, los procesos locales “también pueden tomar un carácter más amplio y/o una dimensión virtual –en el sentido de que los simpatizantes superan a las directamente afectadas -, como sugiere la difusión de nuevas formas de activismo online. De hecho, se han llegado a hacer atrevidas afirmaciones que plantean la aparición de una nueva forma de movimiento social, el “movimiento social en red” (networked social movement), que consistiría básicamente en personas con ideas afines conectados a través de tecnologías de la información (Castells, 2012).
Los movimientos sociales contemporáneos en América Latina encuentran la posibilidad de posicionar sus agendas, ser parte de los gobiernos y ser activistas al mismo tiempo. Tejen nuevas formas de relacionamiento, nuevas formas de expresión y nuevas formas de diálogo. Y si bien también asistimos al surgimiento de los movimientos sociales de derecha que -paradójicamente- reproducen las mismas gramáticas de protesta, carecen de un fin constructivista, planteando más bien una agenda regresionista en materia de derechos.





Néstor Iván Vargas Soracá
Lic. en Administración Pública por la Universidad del Tolima, alumno de la Maestría en DDHH y Democracia (CIEP- UNSAM), Miembro de la Red Colombiana de Líderes Juveniles, Red Kolumbien y miembro de Fuerza Común