El uso político y público de la memoria y la verdad: reflexiones frente al contexto de las víctimas del conflicto armado colombiano
On 20/04/2020 by adminRecientemente, el debate sobre la memoria y la verdad en el marco del conflicto armado ha estado en la agenda mediática de Colombia. Esta situación no ha sido fortuita, es más bien consecuencia de diversos sucesos ocurridos en el inicio del presente año.
El primer suceso ocurrió en el mes de febrero cuando se conoció una carta remitida a Rubén Darío Acevedo, actual director del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia (CNMH), por parte de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia (red internacional más grande sobre temas de memoria) y la Red de Sitios de Memoria Latinoamericanos y Caribeños (RESLAC) [1]. En la carta, dichas organizaciones sostenían que durante cuatro meses Acevedo no envió respuesta sobre el reconocimiento del conflicto armado en Colombia y sobre el derecho a la verdad de las víctimas. Por este motivo, se comprendía que el CNMH no suscribía los principios de la comunidad internacional y sería suspendido a partir de dicho mes.
A pesar de que días después Acevedo salió a reconocer esta situación como un error y expuso que todas las dudas realizadas por la red de memoria serían solucionadas, las organizaciones sociales y defensoras de derechos humanos, las víctimas y la sociedad civil mostraron su descontento y pidieron su renuncia del Centro de Memoria, no solo por la situación presentada, sino por la forma como ha asumido la dirección de dicha institución, la cual ha sido muy polémica, ya que se han colado las memorias oficiales sobre las memorias de las víctimas del conflicto armado, un ejemplo de esto es el reciente convenio entre el Centro de Memoria y la Federación Colombiana de Ganaderos (FEDEGAN), conocida por sus nexos con el paramilitarismo.
Otro hecho se presentó en la versión voluntaria del General en retiro Mario Montoya, ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para el esclarecimiento del caso 003 sobre falsos positivos. En la Sala de Reconocimiento, Montoya afirmó que se acogía a su derecho de guardar silencio y que no hablaría sobre las ejecuciones extrajudiciales. Además, el General (r) dio declaraciones muy polémicas en las que decía que el incremento de falsos positivos se debía a que los soldados eran de estratos bajos que no sabían diferenciar entre resultados y bajas.
Este suceso generó un descontento en las víctimas que estaban presentes en dicho espacio, especialmente en la organización de Madres de Falsos Positivos de Soacha y Bogotá (MAFAPO), colectivo de mujeres que es conocido por su lucha por la verdad, la justicia y la paz en Colombia. Las madres afirmaron que Montoya les faltó al respeto y que en definitiva no tiene voluntad para aportar a la memoria y la verdad en el marco del conflicto armado al responder a todas las preguntas con un “no conozco”, “no sé” o “no me acuerdo” [2].
El último hecho que contribuyó al debate ocurrió en febrero cuando el concejal Alfredo Ramos del partido de gobierno, propuso eliminar las palabras “conflicto armado” del discurso y las exposiciones que se presentan en el Museo Casa de la Memoria de Medellín, ya que para él este concepto no representa a la sociedad colombiana; además considera que no aplica en el país según su lectura de la historia y afirma que hablar de conflicto armado es justifica el asesinato y el narcotráfico [3].
Esta negación u ocultamiento del conflicto armado que ha vivido y sigue viviendo el país por más de 50 años no es inocente ni fortuita y nos remite a un problema estructural pero constantemente invisibilizado: el uso político y público de la historia y de la memoria, que juega un papel protagónico en la relación pasado-presente, pues como Todorov menciona en su libro “Los abusos de la memoria”[4] no es el pasado el que modifica el presente, sino que a partir de este presente al pasado se le da el uso que se prefiera.
Pero en el marco de un conflicto armado que está aún vigente, jugar con la memoria y crear una “verdad oficial” que corresponde a la del gobierno de turno es un juego peligroso en el que de nuevo salen perdiendo las víctimas; esto a pesar de que los espacios para la memoria (según la Ley de Víctimas de Colombia [7]), son creados especialmente para garantizar la verdad la reparación simbólica y la centralidad de estas y sus familias.
Identificar esa disputa por la memoria en Colombia, es entender también que narrativa va a ser la hegemónica frente a graves violaciones de derechos humanos en el marco del conflicto armado interno; es comprender con qué lente se miran situaciones como desapariciones forzadas, torturas, desplazamientos masivos, violaciones sexuales, entre otras, en un país que ocupa el quinto lugar en el ranking de impunidad a nivel latinoamericano [8].
Esta problemática sobre el uso de la memoria en Colombia también la ha problematizado Gonzalo Sánchez, ex director del Centro Nacional de Memoria Histórica; que expresa que la memoria (especialmente la memoria de la guerra) ha dejado unas huellas que sustentan los imaginarios colectivos, la construcción de discursos y las relaciones de poder, y que: “afirman, suprimen o subordinan a determinados actores” (Sánchez, 2014, p. 21) [9].
Es importante hablar y problematizar los ejercicios de memoria, verdad y justicia en Colombia; pues estos pueden hacer la diferencia entre reparar a las víctimas o revictimizarlas; entre la solución dialogada del conflicto o la agudización de la guerra; entre ejercicios de justicia o la impunidad, entre la centralidad de las víctimas en la narrativa del conflicto o la centralidad de los discursos de gobiernos y sus relaciones de poder.
En la actualidad, el conflicto armado en Colombia no ha cesado, a diario se conocen las graves violaciones de derechos humanos perpetradas por los diversos actores que siguen en disputa, el acuerdo de paz se derrumba de forma directa debido a la falta de voluntad política para su implementación, mientras que las instituciones encargadas de la memoria, la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición a pesar de todos sus esfuerzos se encuentran bloqueadas y desfinanciadas por parte del poder ejecutivo. El panorama para las víctimas en la actualidad no es positivo.
Por esta razón, es que las organizaciones sociales, las organizaciones de víctimas, los y las defensoras de derechos humanos, ponen todos sus esfuerzos por recuperar este debate de la memoria y por defender instituciones como el Centro de Memoria, la Jurisdicción Especial para la Paz o la Comisión de la Verdad, de las lecturas oficiales y de las relaciones de poder, pues la esperanza de la justicia y de la verdad de las víctimas reposan allí. Es por esto por lo que el pasado no es algo fijo o inmóvil y como se mencionó una vez en un aula de clase, la memoria significa siempre hablar del presente.
Ana María Rodríguez Romero
Historiadora – Universidad Externado de Colombia, estudiante de la maestría en derechos humanos y democratización (CIEP-UNSAM).
[1] https://www.eltiempo.com/unidad-investigativa/red-mundial-envia-carta-a-centro-de-memoria-y-le-pide-acto-para-reconocer-el-conflicto-463070
[2] https://www.elespectador.com/colombia2020/justicia/jep/montoya-habria-dicho-que-soldados-cometieron-falsos-positivos-porque-eran-de-estratos-1-y-2-articulo-904512
[3] https://www.elespectador.com/noticias/nacional/el-concejal-que-quiere-eliminar-el-termino-conflicto-armado-articulo-903521
[4] TODOROV, T (2000) “Los abusos de la memoria” Ediciones: Paidós Ibérica
[5] KAMMEN, M. (1991) Mystic chords of memory. Editorial:Vintage Books
[6] TRAVERSO, E. (2007) “El pasado. Instrucciones de uso: historia memoria, política” Madrid: Marcial Pons
[7]http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/caminosParaLaMemoria/descargables/ley1448.pdf
[8] https://www.semana.com/nacion/articulo/colombia-cifras-del-indice-global-de-impunidad-2019/636246
[9] SÁNCHEZ, G. (2014) “Guerras, memoria e historia” Bogotá: La Carreta