
El asesinato de Fernando Báez Sosa y la construcción de las masculinidades
On 24/01/2022 by admin¿Estamos dispuestos a pensar las propuestas de cambio sabiendo que nos llevaran a tener que volver a formularlas, en algunos casos tan pronto como las articulemos? Establecer espacios de incomodidad productiva quiere decir abrir espacios en los que poder hablar, proponer y pensarnos con tranquilidad y calma, pero de los cuales no saldremos cómodos ni tranquilos, sino con más preguntas, incertidumbres e inseguridades que al principio y sin carta blanca para permanecer inmóviles por no saber qué hacer. Pero, si no vamos a quedarnos quietos, habrá que preguntarse ¿qué significa moverse?
Jokin Azpiazu Carballo, 2017
El pasado martes 18 de enero se cumplieron dos años del asesinato de Fernando Báez Sosa, el joven que fue interceptado por un grupo de ocho varones rugbiers fuera de un boliche y golpeado hasta la muerte en la ciudad balnearia de Villa Gesell de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Los implicados se encuentran con prisión preventiva en la Unidad Penitencial de Melchor Romero imputados por el delito de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas”.
El homicidio tuvo su punto central en los mandatos de la masculinidad hegemónica y puso de manifiesto la necesidad de trabajar sobre la construcción de las masculinidades. ¿Qué queremos decir cuando hablamos normas, mandatos y estereotipos? Connell propuso el concepto “masculinidad hegemónica”, el cual se difundió ampliamente en los ámbitos académicos e incluso en los medios de comunicación. Para elaborar el concepto, la autora recupera los aportes de Antonio Gramsci con el fin de explorar los mecanismos de poder que permiten a un grupo –o a un modelo de masculinidad– exigir y sostener una posición de mando en la vida social basada en la combinación dinámica de coerción y consenso. Ahora bien, la distribución desigual de poder en las sociedades patriarcales no sólo se da entre varones y mujeres, sino también entre los mismos varones. Connell identifica que las masculinidades (en plural) son sujeto de estratificaciones jerárquicas entre los varones según participen o no de procesos de hegemonía, subordinación, complicidad y marginación. Cabe destacar que estos otros modos de ejercer la masculinidad están siempre en relación dialógica con las formas de masculinidad hegemónica.
Sin embargo, el carácter hegemónico no es situado en un análisis concreto de las relaciones de poder sino como un sentido descriptivo al listar una serie de características y atributos que darían cuenta de esa masculinidad (Fabbri, 2021). Fabbri plantea una re-conceptualización de la masculinidad como dispositivo de poder orientado a la producción social de varones cis hetero, en tanto sujetos dominantes en la trama de relaciones de poder generizadas. Esta conceptualización no pretende negar las existencias de masculinidades en plural, en tanto perfomances de género encarnada por sujetes diverses sino que está orientada en precisar la distinción entre una masculinidad en singular, en tanto norma, de la multiplicidad de masculinidades que se ven afectadas por la misma. En este sentido, el autor plantea las resistencias de los varones cis a los procesos de despatriarcalización, entendiendo este proceso como de democratización de las relaciones de poder en los diferentes espacios. Una de las características fundamentales de la masculinidad, como estructura de poder, es su invisibilidad como conjunto de normas, valores, expresiones, roles que definen lo que debe o no ser un varón en nuestra sociedad. La masculinidad parece adquirir notoriedad solo cuando aparece en un cuerpo que no es el del varón blanco heterosexual de clase media.
Además, Fabbri, plantea la masculinidad como dispositivo de poder para dar cuenta del conjunto de discursos y prácticas que se les asigna a los varones por nacer como tales dentro de un orden de género cis hetero patriarcal (2021). En la misma línea, Azpiazu Carballo (2017) se cuestiona cuán representativa es esa masculinidad hegemónica y destaca que este modelo más que hegemónico es arquetípico de la masculinidad. Es un patrón que rige presentado como negativo y que funciona como herramienta para distanciarse, como un exterior constitutivo y no como una herramienta de cuestionamiento. De esta manera, las masculinidades presentan modalidades de subjetivación en continuo cambio (Chiodi. Fabbri. Sánchez, 2020) y cuyas lógicas se caracterizan por las exigencias de un sistema meta-estable como el patriarcado, que impone estereotipos de género (Cook y Cusack, 2009). Dichos estereotipos operan a través de un régimen de género(Connell, 1997), de esta manera las afectaciones en el trabajo y el temor a perderlo resultan complejas de afrontar dado a que la performance masculina asociada al éxito y al fracaso que están directamente relacionados a lo económico y laboral.
En el asesinato de Fernando Baez Sosa se manifestaron las lógicas propias que articulan la masculinidad dominante, que se organiza en múltiples aristas (sexuales, físicas, sociales, de clase) para determinar un modo de ser varón y de vincularse con otros varones. Para Chiodi, Fabbri y Sanchez (2019) problematizar las desigualdades de género, resulta fundamental que quienes se asumen como varones hagan el ejercicio de pensarse como grupo social, trascendiendo la individualidad. La urgencia de revisar los modelos de masculinidad hegemónicos surge como una responsabilidad que debe atenderse desde el Estado a través de políticas públicas, de forma integral con perspectiva de género y desde un enfoque de derechos humanos. Por su parte, Branz, en su libro “Machos de verdad. Masculinidades, deporte y clase en Argentina. Una etnografía sobre hombres de sectores dominantes que juegan al rugby” realiza una invitación sugestiva para re-pensar las identidades masculinas que ordenan “legítimamente” el mundo de los varones en la sociedad contemporánea, a reforzar la necesidad de desarmarlas y vislumbrar las inequidades que se producen respecto de otras identidades sexo-genéricas. Branz piensa la construcción del campo del rugby en clave sociohistórica, atendiendo a las formas de ser varón, y al cómo conciben y experimentan la masculinidad un grupo de varones provenientes de un sector particular: las clases dominantes.
Luego de este suceso surgieron iniciativas para la conformación de espacios que aborden la violencia desde el trabajo con varones con el fin de pensar las relaciones de género, las desigualdades, los mandatos culturales y sociales de masculinidad y feminidad. En este sentido, también se presentó un proyecto de ley que apunta no sólo trabajar sobre las prácticas violentas naturalizadas dentro de los ámbitos deportivos, sino que busca ampliar la mirada con perspectiva de género, para permitir prácticas deportivas más inclusivas de las mujeres y las disidencias[1]. En el ámbito de la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, se aprobó la creación del “Programa de Capacitación en Prevención de la Violencia para Deportistas”[2], que tiene por objetivo generar campañas de capacitación y concientización para prevenir la violencia en sus distintos aspectos. Está dirigida especialmente a deportistas que practiquen disciplinas fuertemente enfocadas en el desarrollo muscular y el contacto físico. Desde la Dirección de Promoción de Masculinidades para la Igualdad de Género del Ministerio de Mujeres de la Provincia de Buenos Aires, impulsan programas de formación, capacitación de equipos técnicos, campañas de sensibilización para promover la creación y el fortalecimiento de espacios institucionales que trabajen con varones. A su vez, la Dirección a cargo de Ariel Sánchez, proponen brindar herramientas, recursos y un marco de abordaje para reconocer y modificar lógicas, prácticas y modelos culturales sexistas, discriminatorios y violentos. A nivel nacional, el Programa Interministerial para la Prevención de la Violencia y la Promoción de la Igualdad de Género en el Deporte, llevado adelante por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (MMGyD) en conjunto con la Secretaría de Deportes del Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación lanzaron la formación “Micaela Deportes: Herramientas para construir un deporte con perspectiva de género y diversidad”. La Ley Micaela (Nº 27.499) establece la capacitación obligatoria en género y violencias de género para todas las personas que trabajan en la función pública, en los tres poderes del Estado, en todos sus niveles y jerarquías. Con estas iniciativas se intenta ampliar la fuerza transformadora de la ley para llevarla a clubes deportivos, partidos políticos, sindicatos y medios de comunicación.
De está manera y como venimos analizando, considerar a las masculinidades como construcciones sociales incluye las posibilidades de modificar ese orden y la situación de dominación patriarcal para erradicar las formas actualmente legitimadas de “ser varón”. No es una tarea sencilla pero la propia historia nos dio muestra de que las imágenes y representaciones –que construyen a los varones como patriarcas, guerreros y proveedores– responden a demandas sociales y culturales, que de hecho han variado con el tiempo y debido a los distintos contextos y relaciones de poder. ”. De Stefano Barbero (2021) señala, cuando se le pide a un varón que reconozca el ejercicio de violencia se le está pidiendo que se reconozca como portador de un atributo propio. El autor menciona que hoy se considera violencia lo que antes se pensaba como autoridad masculina. Este proceso de reconocimiento no solo de la violencia ejercida, sino del reconocimiento del ser varón genera cierta inestabilidad frente a la posición de dominación, control y poder que se espera de los varones (Seidler, 1995).
Teniendo en cuenta este aspecto, desarrollar una pedagogía de la incomodidad en los varones podría generar un aprendizaje para la transformación. ¿Qué implica generar espacios de incomodidad? Cuestionar la hombría que lleve a confrontar los significados profundamente arraigados y que generen incomodidad como una inestabilidad en continuum. Generar una incomodidad productiva, como la llamaría Jokin Azpiazu (2017), que permita tener más preguntas que certezas sobre el ser varón. Es así como se evidencia que ese ser varón arraigado a la masculinidad hegemónica es algo difícil de alcanzar. Esa forma de ser varón está lejos de ser algo natural, rígido y estable. Así como se han construido masculinidades en un único sentido, se pueden buscar otras formas de construcción. Transitar las masculinidades de una manera inestable, frente a un sistema meta-estable como el patriarcado y sin que esta característica tenga una carga peyorativa, puede ser una respuesta.
Esteban Vaccher
Lic. en Trabajo Social (UBA), periodista (TEA) y estudiante de la maestría en Derechos Humanos y Democracia (CIEP- UNSAM)
[1] Proyecto disponible en: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dsecretaria/Periodo2020/PDF2020/TP2020/4613-D-2020.pdf
[2] Ley disponible en http://www2.cedom.gob.ar/es/legislacion/normas/leyes/ley6358.html
Referencias
Azpiazu Carballo, J. (2017), Masculinidades y feminismo. Virus Editorial
Branz, J. (2018). Machos de verdad. Masculinidades, deporte y clase en Argentina. Una etnografía sobre hombres de sectores dominantes que juegan al rugby. Malisia Editorial.
Chiodi, A., Fabbri, L. y Sánchez, A. (2019) Varones y Masculinidad(es). Herramientas pedagógicas para facilitar talleres con adolescentes y jóvenes. Instituto de Masculinidades y Cambio Social
Connell, R. (2000) “Arms and the man”, en I. Brines y R.W. Connell (eds.) Male roles masculinities and violence, pp. 21-33. UNESCO
Connell, R. (2003) Masculinidades. PUEG-UNAM.
Connell, R. W. (2006) “Desarrollo, globalización y masculinidades”, en Gloria Careaga y Salvador Cruz Sierra (coords.) Debates sobre masculinidades: Poder, desarrollo, políticas públicas y ciudadanía. UNAM, PUEG.
Connell, R.(1987) Gender Regimes and the Gender Order. En Gender and Power. (pp.119–14) Stanford University Press.
Cook, R., y Cusack, S. (2009). Estereotipos de género. Perspectivas legales transnacionales. Profamilia
De Stefano Barbero (2021). Masculinidades (im)posibles. Galerna
Fabbri, L. (2021). La Masculinidad Incomodada. Homo Sapiens Ediciones.
Seidler, V. (1995). Los hombres heterosexuales y su vida emocional. Debate Feminista.
