Este viernes 11 de marzo asume como nuevo presidente de Chile Gabriel Boric, y es difícil pensar en un escenario como este si, hace 2 años y cinco meses atrás, no hubiéramos sido testigos de aquel viernes 18 de octubre que quedó en la memoria de todxs lxs chilenxs.
Aquel día no fue como cualquier otro en las calles de Santiago de Chile. Si bien es normal estar a la espera de ese ansiado momento de la semana que nos promete por fin un respiro a las extensas jornadas laborales, desde hace días que en la ciudad se respiraba algo extraño, era como si el olor a lacrimógenas acumulado de los días anteriores estuviera ahí, a la espera de algo mayor.
Sebastián Piñera lo dijo, “no lo vimos venir”, acostumbrado al temeroso pueblo chileno aun preso del miedo de los horribles crímenes de la dictadura, pero la olla en algún momento sucumbe, la tapa se abre en un estallido y ya no hay vuelta atrás y, como mejor aún lo señala el historiado chileno Gabriel Salazar (2019), “Solo faltaba una chispa (cualquier chispa) que, crispando la piel de los adolescentes de Chile, que vienen mostrando más sensibilidad histórica e irritabilidad política que cualquier otro sector de la sociedad, hiciera estallar todo. Esa chispa llegó con el aumento del metro y la represión que sucedió al movimiento por la evasión masiva”
Sin embargo, y a pesar de que la mayoría de los sectores de la población responsabilizan de los abusos vividos a la herencia de Pinochet, lo que además fue el origen de la revuelta, lo cierto es que la ‘oposición’ política de los gobiernos de la Concertación, ninguna relación tuvo con el impulso revolucionario de Allende, por lo que el lema del Estallido Social chileno No son 30 pesos, son 30 años, no es casual. Desde 1990 los gobiernos de la concertación y las alianzas de derecha, tuvieron la oportunidad de cimentar un nuevo camino, sin embargo, se dedicaron a perpetuar el legado de la dictadura, las privatizaciones de bienes básicos continuaron y el clamor por una nueva constitución no fue oído hasta que explotó todo.
Así como es difícil pensar un 11 de marzo de 2022 sin un 18 de octubre de 2019, también es imposible pensar esta última fecha sin los movimientos estudiantiles del siglo XXI de Chile, quienes, además de demandar educación gratuita y de calidad, han sido los protagonistas a la hora de visibilizar las demandas sociales de la población, siendo en este contexto donde aparece la figura de Gabriel Boric como líder del movimiento estudiantil de 2011, primero como universitario y luego como Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.
Desde ese entonces, Boric ha sido protagonista en el devenir político de Chile. En 2014, siendo parte de Convergencia Ciudadana, obtuvo un puesto en la Cámara de Diputados, renovando el mismo en 2018, obteniendo la segunda votación más alta a nivel nacional. Así también fue un rostro visible en la revuelta de 2019, haciéndose parte del grupo de jóvenes que reclamaban un cambio al sistema neoliberal heredado de la dictadura de Pinochet y perpetuado por los gobiernos posteriores.
El pueblo chileno tiene grandes expectativas y una esperanza exacerbada por la revuelta social y la Convención Constitucional que trabaja hoy día redactando una nueva Constitución que reemplace la de 1980 escrita en dictadura, lo que fue el mayor legado que nos dejó la revuelta de 2019. Sin embargo, Boric no la tendrá fácil, ya que no contará con mayoría en ninguna de las cámaras del Congreso, lo que dificultará la aprobación de leyes transformadoras. Sin embargo, esto tampoco puede llevar a que Boric abandone las banderas de lucha por las que fue elegido por una gran mayoría frente a su rival de extrema derecha José Kast, demandas que, por lo demás, son recogidas del Estallido Social. En este sentido, y teniendo presentes los abusos que llevaron a que el pueblo se levantara en 2019, un estudio realizado por la CEPAL, muestra que Chile es el país donde los ultra ricos tienen el patrimonio más grande de América Latina, lo que también se condice con aspectos como que el 1% más rico de los chilenos concentre el 50% de la riqueza del país. Por lo tanto, Boric debe poner todos sus esfuerzos en mantener dentro del debate público aspectos como el aumento del salario mínimo y la subida de impuestos a los ricos. Tampoco puede dejar de abogar por frases que han sido constantes en su discurso, como construir un Estado que garantice derechos, dignidad e igualdad, donde sus propuestas de reducción de la jornada laboral y un sistema único de salud que no diferencie entre ricos y pobres serán fundamentales. Por lo demás, Boric debe cuidar y darle todo su respaldo a la Convención Constitucional, la cual no dejará de ser víctima de boikots y difamaciones por parte de quienes quieren mantener el stato quo y sus privilegios.
Tampoco podemos desconocer que, antes de que Boric fuera candidato, su alianza política estuvo en crisis debido a que éste firmó un ‘Acuerdo de Paz’ con los partidos políticos tradicionales, donde, entre otras cosas, se permitió encarcelar a quienes hoy son los llamados ‘pesos de la revuelta’. Para muchxs, esta fue una traición al pueblo, por lo que también deberá responder a esta situación, considerando además que hay una parte de la población que dice haber votado por él únicamente para que no triunfara el fascista Kast.
Por último, es importante mencionar que el gabinete de Boric está lleno de simbolismos. Primero, este cuenta con un colorido y juvenil esquema, donde además las mujeres son mayoría, lo que contrasta con el estructurado grupo de hombres casi ancianos con terno y corbata que caracterizaba a los ministros de Alwayn en 1990. Además, el comité político está compuesto en su mayoría por líderes que vienen del movimiento estudiantil, como Camila Vallejos y Giorgo Jackson. El Ministerio del Interior por primera vez será liderado por una mujer en lo que va de la historia de Chile, la médica Izkia Siches. La Ministra de Defensa, Maya Fernández, es nieta del ex Presidente Salvador Allende. El Ministro de Educación por primera vez será un profesor en ejercicio y abiertamente homosexual. La Subsecretaria de la Mujer, Luz Vidal, es de origen mapuche y trabajó gran parte de su vida como asesora del hogar, para luego asumir como presidenta del Sindicato de Trabajadoras de Casa Particular Metropolitano.
Respecto de lo anterior y para finalizar, efectivamente los simbolismos son valiosos, pero, como señala Carlos Beristein, “los hechos simbólicos son importantes, pero tienen o no fuerza en función de si marcan realmente una agenda de ruptura con el pasado y de compromiso por la democracia y el respeto a los derechos humanos”
Francisca Alfaro Duarte Licenciada en Administración Pública por la Universidad Santiago de Chile, y estudiante de la Maestría en derechos humanos y democracia para América Latina y el Caribe- CIEP- UNSAM
