Honduras: El derecho a la salud y la educación pública en peligro
On 31/05/2019 by adminUn nuevo estallido de conflictividad social es el escenario de Honduras. El motor de la crisis actual es la intención privatizadora de decretos ejecutivos aprobados que establecen reformas en los sectores de salud y educación y tienen como trasfondo negociaciones del gobierno de turno, reelecto ilegalmente, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para suscribir un nuevo acuerdo económico (Criterio hn, 2019).
El detonante del conflicto tuvo lugar en abril con la pretensión de aprobación en el legislativo de dos nuevos decretos mediante los cuales se ratificarían dos decretos anteriores, los números PCM 026 y 207-2018, aprobados y en vigencia a partir del 20 de agosto y 20 de septiembre de 2018, respectivamente. A través de estos, el Estado de Honduras decretó estado de emergencia en el sistema educativo y de salud, determinó la creación de dos comisiones de transformación para ambos sistemas y ordenó la “reestructuración” de los mismos.
La declaración de estado de emergencia a través de los PCM es altamente cuestionada por la sociedad en general ya que, en Honduras, estos se emiten frente a situaciones extremas como epidemias, guerras, perturbación de paz o calamidad general que implique la justificación de un decreto de dicha naturaleza, condiciones que no se ajustan a la realidad de los sectores destinatarios.
Otra característica que ha provocado la reacción ciudadana, son las facultades excesivas y discrecionales otorgadas a las comisiones y ministros. Según lo dispuesto, estos podrán, entre otras cosas, contratar nuevo personal basado en criterios subjetivos. Las contrataciones se harán sin concurso. De igual forma, las contrataciones y suministros de servicios se harán sin ningún tipo de análisis y supervisión, lo que podría llegar a abrir una brecha aún mayor de corrupción y malversación del caudal público. En relación al sistema educativo, podrán definir un nuevo modelo de prestación de servicios, incluyendo la descentralización que, en la experiencia hondureña ha encubierto políticas de privatización.
En general, el descontento social se centra en que estos cuatro decretos adoptados por la Presidencia del Consejo de Ministerios (PCM), no son disposiciones aisladas, forman parte de una serie de medidas regresivas en materia de salud y educación, adoptadas y en vigencia a partir del año 2011. Desde ese año se decretó estado de emergencia en la educación pública y se estableció que los maestros que abandonen sus centros educativos serán objetos de deducción de salario, y con las mismas deducciones se le pagará a personal temporal que podrá quedarse de forma permanente si así se amerita. Se criminalizan la protesta social en centros educativos, direcciones departamentales u otras dependencias de la Secretaría de Estado en el Despacho de Educación, ya sea por padres de familia, estudiantes o docentes.
A esto se suman, como antecedentes, el recorte de derechos que implicó la nueva Ley de INPREMA de 2011 en relación a la previsión social para el gremio magisterial, la pretensión de “municipalización” de la educación en 2011, el progresivo y cada vez mayor recorte presupuestario para la educación y salud y el desfalco millonario al Instituto Hondureño de Seguridad Social que salió a luz pública en 2014 y dejó como saldo un monto sustraído ilícitamente de la institución que asciende a siete mil quinientos millones de lempiras (L. 7,500.000.000.00) y 2888 personas fallecidas a causa del desabastecimiento y mal funcionamiento de la institución[1]. En este hecho sin precedentes está vinculado de manera directa el presidente actual y su partido político el cual financió su campaña electoral con los fondos sustraídos (Diario Las Américas, 2015).
La profunda crisis en la que está sumido el sistema de salud pública es alarmante. Frente a la aprobación de los decretos y el contexto de país en general, ambos gremios iniciaron movilización intensiva a partir del mes de abril, con exitosas convocatorias a paros nacionales, que registraron al menos 70 puntos de movilización en todo el territorio en los que se involucraron estudiantes de secundaria, universitarios, padres y madres de familia y distintos sectores de la población, logrando que los decretos que ratificaban los PCM del año 2018 fueran retirados y desestimados en el Congreso Nacional.
Sin embargo, el escenario continúa siendo adverso. La movilización ciudadana ha incrementado con la finalidad de lograr la derogación de un paquete de decretos aprobados entre 2011 y 2019, entre los cuales están los que pretendían ser ratificados (HRN, 2019). La respuesta estatal ha sido la represión y el uso desmedido de la fuerza policial y militar, así como las detenciones ilegales y las amenazas de medidas represivas y sanciones administrativas en contra de docentes y médicos que se continúen manifestando.
La salud y la educación son vitales, como parte de los derechos económicos, sociales y culturales. Los Estados tiene la obligación de garantizar su desarrollo progresivo. Según el Comité DESC las obligaciones que se desprenden de este principio se clasifican en la de mejorar continuamente el disfrute de los derechos; y, la de abstenerse de tomar medidas deliberadamente regresivas (Comité DESC, 1990). Honduras hace suyos estos compromisos mediante el artículo 64 del texto constitucional que establece que no se aplicarán leyes y disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden que disminuyan y/o restrinjan los derechos y garantías.
Pero, la concreción de estos compromisos es compleja de cara a Estados como el hondureño. Con una aparente disposición normativa para la garantía de derechos, pero con carente voluntad política para su materialización. Lo que implica que la realidad continúa confrontando a la norma, en general y que, tal y como lo está demostrando la sociedad hondureña, es trascendental el ejercicio del derecho a la protesta como forma de mantener vivos los restantes derechos (Gargarella, 2005) y de limitar el accionar estatal. Y sobre todo entender que, para la población hondureña, luego de las profundas heridas latentes, como el fraude electoral de noviembre de 2017, el único camino sin tregua es la defensa de la salud y la educación pública, como uno de los peldaños de la dignificación de la vida y la justicia.
[1] El Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ) organización política y social de Honduras, dedicada a la lucha contra la corrupción y la impunidad, entre otras, documentó y denunció 2888 muertes producto del desfalco al IHSS. Solicitó la apertura de líneas de investigación encaminadas a deducir responsabilidad penal al presidente Juan Orlando Hernández y demás integrantes del partido de gobierno.
Heidy Barahona Alachan
Abogada y estudiante de la Maestría en Derechos Humanos y Democratización en América Latina y el Caribe (CIEP/UNSAM)
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Artículos referidos
Comité DESC. (1990). Obligación General No. 3: La índole de las obligaciones de los Estados Partes. Obtenido de http://hrlibrary.umn.edu/gencomm/Sepcomm3.htm
Criterio hn. (29 de Abril de 2019). Arde Honduras por ley de educación y salud. Obtenido de https://criterio.hn/2019/04/29/arde-honduras-por-ley-de-educacion-y-salud/?fbclid=IwAR2KRoYaHBMstVu0Uw8kXa8gwCWdDBgLkxAeBe1fvdH7LsY6rXfyL3aWy3U
Diario Las Américas. (05 de Junio de 2015). Presidente de Honduras admite desvío de fondos públicos para su partido. Obtenido de https://www.diariolasamericas.com/america-latina/presidente-honduras-admite-desvio-fondos-publicos-su-partido-n3145086
Gargarella, R. (2005). El derecho a la protesta, el primer derecho. Buenos Aires: Ad-Hoc.
HRN.
(22 de Mayo de 2019). ¿Qué establecen los decretos PCM que docentes y
médicos exigen derogar? Obtenido de
https://radiohrn.hn/2019/05/22/que-establecen-los-decretos-pcm-que-docentes-y-medicos-exigen-derogar/