24 de marzo: Más Memorias para construir la Verdad. Reflexiones sobre las Memorias y los Derechos Humanos frente al autoritarismo en Argentina, El Salvador y Nicaragua
On 23/03/2024 by admin“Al Sótano se podía bajar por esa puerta lateral o por una pequeña escalera que había entrando al hall principal de la ESMA, frente al ascensor. Ya esa escalera no está más ahora, como tampoco está más el ascensor.”
Miguel Ángel Lauletta, secuestrado desde el 14 de octubre de 1976 hasta abril de 1979, Testimonio Juicio ESMA, Causa 1.270, 5/11/2010.
En el primer piso, delante de la escalera que conecta los pisos superiores y el sótano de lo que fue el Casino de Oficiales de la Escuela de Mecánica de la Armada de Argentina, se encuentra un rótulo señalando que ese tramo había sido demolido en 1979. El mismo destino tuvo el ascensor, que no pudo ser reconstruido, pero las huellas de su existencia en la infraestructura permitieron corroborar años después los testimonios de las víctimas del centro clandestino de detención, tortura y exterminio más grande de Argentina, por el que se estima que pasaron unas 5,000 personas detenidas-desaparecidas.
45 años han pasado de estos hechos, pero se mantienen vigentes. Luego de un extenso periodo donde se asumió como política de Estado el esclarecimiento, el juzgamiento y la reparación de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983), emergió un fenómeno socio-político que cuestiona el contenido de la memoria oficial desde el propio aparato del Estado, actualizando la discusión y poniendo en jaque los avances conquistados por los organismos de Derechos Humanos.
El olvido y la impunidad frente a la memoria y a la justicia son asuntos en permanente disputa tanto en Argentina como en el resto de los países de la región. La visibilización de escaleras/ascensores, tránsitos por donde los perpetradores han conducido a sus víctimas, por medio de los testimonios individuales y de otras acciones de construcción de memoria colectiva son procesos de los que se puede señalar un comienzo pero no un final.
En ocasión del 24 de marzo, Día Internacional para el Derecho a la Verdad en relación con las Violaciones Graves de los Derechos Humanos y para la Dignidad de las Víctimas declarado por las Naciones Unidas en 2010 y Día Nacional de la Memoria por la Verdad establecido en Argentina en 2002; propondremos en el siguiente artículo algunas reflexiones sobre la pedagogía de la memoria, su interrelación con la labor de promoción y defensa de los derechos humanos y los desafíos que enfrenta con la nueva avanzada de los autoritarismos en la región.
En el día internacional se conmemora la memoria de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 en El Salvador. Monseñor Romero denunció activamente las violaciones de los derechos humanos en su país. En Argentina, además, el 24 de marzo se conmemora a las víctimas de la última dictadura militar, autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”, que usurpó el gobierno entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983.
Las disputas sobre el olvido y sobre la memoria en Argentina y Centroamérica
En un contexto signado por la reactualización de la disputa del pasado es necesario recordar las palabras de Jelin sobre los procesos de transmisión de memorias. La socióloga argentina ha sido pionera en investigaciones de memoria en toda la región, recolectando experiencias y vivencias que la llevaron a construir ideas como que “la memoria no es el pasado, sino la manera en que los sujetos construyen un sentido del pasado, un pasado que se actualiza en su enlace con el presente y también con un futuro deseado en el acto de rememorar, olvidar y silenciar” (Jelin, 2017: 15). En ese sentido, lo que cambia no es el pasado, sino el sentido de ese pasado, que está sujeto a reinterpretaciones ancladas en las expectativas hacia el futuro. Esta idea nos ayuda a comprender el sentido activo de las memorias, y la importancia que puede adquirir para actores sociales que no han sido contemporáneos de determinados momentos históricos.
Ahora bien ¿qué determina el sentido que adquieren en cada momento histórico? Las luchas ligadas a escenarios y disputas políticas del momento y los sentidos que adquiere el pasado, suelen transformarse al cambiar los escenarios y actores involucrados. De esta manera, es fundamental tener en cuenta la dimensión política de las memorias. Los contextos de enunciación, lo decible y lo indecible en cada momento histórico determina la forma dominante en que se analizan los hechos del pasado.
Todo esto nos abre paso a introducirnos en el fenómeno de la transmisión de las memorias. Así como los sentidos del pasado varían de manera conflictiva según los grupos y los contextos, la transmisión de las memorias tampoco está exenta de complicaciones. Recuperando los lineamientos de la pedagogía de la memoria de Nader (2010), podemos observar que la pedagogía tiene que estar basada en la participación activa de los jóvenes, otorgándoles la oportunidad de encontrar sus propios enfoques, intereses y emociones, y que puedan tomar decisiones en el proceso de aprendizaje, convirtiéndose ellos mismos en
agentes responsables instruidos. En este punto se produce una intersección con la obra de la ya mencionada Jelin (2000), donde demuestra que ese proceso de transmisión de memorias no es lineal, sino que deja abierta la posibilidad de que quienes reciben le den su propio sentido, reinterpreten y resignifiquen a la luz de la actualidad.
De esta manera, la transmisión de memoria sería un proceso abierto y sujeto a cambios según el contexto en el cual es transmitido. Ante ello, la autora elabora la idea de que las nuevas generaciones enlazan el pasado y el presente de modos diversos, encontrando vínculos inesperados. En ese proceso muchas veces el pasado adquiere un rol secundario y cobran centralidad las demandas de la actualidad.
Esta última idea nos puede dar una pista de por qué los miembros de La Libertad Avanza, partido ganador de la elección presidencial en Argentina en 2023, le prestan tanta atención al pasado. Además del peso histórico que presenta la disputa por los sentidos del pasado en el país, reaparecen para cumplir una nueva función: la de disputar, desde las memorias, problemáticas actuales y futuras. La vicepresidenta de la nación Victoria Villarruel deja en claro esto en una entrevista con el medio Infobae donde recuperando una cita de Orwell declara: “Quien maneja el presente, maneja el pasado y quien maneja el pasado controla el futuro” y “nuestro pasado está predeterminando nuestro futuro”. De esta forma, se evidencia que las disputas sobre el pasado tienen un anclaje con la actualidad y el futuro para los miembros de la coalición. Ahora bien ¿Qué es lo que se disputa a partir del pasado? Primero que nada, el sentido del pasado en sí mismo, y luego, el propio rol, contenido y función del Estado y la democracia.
Desde un primer aspecto, la lucha por los sentidos del pasado adquiere una importancia y un rol independiente, donde lo que se disputa sería únicamente las versiones de los hechos, la noción de justicia y las acciones que se deberían tomar con respecto a ese pasado dictatorial. En ese lugar, se combate por el reconocimiento de las “víctimas del terrorismo” en Argentina, prestándole especial atención a las víctimas de las organizaciones armadas de los setenta, para así poder “completar la historia”. La principal exponente de esta lucha es la vicepresidenta Villarruel, quien ha dedicado su militancia a la lucha por la “memoria completa” y proviene de la “familia militar” ya que su abuelo, padre y tío participaron de la armada en distintos momentos históricos.
Ahora bien, desde un segundo aspecto las disputas por el sentido del pasado aparecen como un disparador ineludible para discutir problemáticas actuales relacionadas al rol y lugar que ocupa la democracia y el Estado y qué contenidos deberían presentar. En este punto, el pasado se convierte en un principio de acción para el presente.
Un ejemplo claro de ello son las políticas de seguridad que sugieren y aplican los miembros de La Libertad Avanza. El presidente Javier Milei propone una doctrina de seguridad que ha designado en repetidas ocasiones bajo el lema de “quien las hace las paga” y sigue la línea de pensamiento que proponen Gary Becker y Rudolph Giuliani a través de la teoría de las “ventanas rotas”. Dicha teoría fue aplicada en distintos lugares a lo largo de la historia, en los que se produjo la proliferación de medidas estatales tendientes a la aplicación de la “mano dura” como política de seguridad oficial.
Si bien los abusos de poder y autoridad no han desaparecido con la finalización de la última dictadura cívico-militar, a la luz de los delitos cometidos por el gobierno militar y con el regreso de la democracia ya consumado, se construyó un acuerdo tácito en el ámbito sociopolítico de que la represión y la muerte en manos del Estado es injustificable sea cual sea el contexto en el que suceda. De esta manera lo que están proponiendo es la finalización de este consenso post-dictadura de que la represión y el abuso de las fuerzas de seguridad es inconcebible como medio para asegurar la seguridad de las y los ciudadanos.
Por otro lado, al dirigir la mirada a Centroamérica, el trabajo de memoria y las disputas del pasado nos remite a las guerras de la segunda mitad del siglo XX; o por lo menos en el caso de El Salvador y Nicaragua. A pesar de sus diferencias, estos países presentan importantes similitudes que nos permiten conectarlos con el contexto argentino, donde el tema de memoria ha tenido el mayor desarrollo, pero enfrenta ahora las hostiles oposiciones descritas anteriormente.
Sprenkels (2017) ha identificado al menos cinco propuestas heurísticas (proposiciones simplificadas) para explicar las guerras que utilizan distintas comunidades políticas en Centroamérica. Estas son el olvido impuesto, la guerra fraternicida, la revolución, el anticomunismo, y el desengaño. El olvido impuesto fundamentalmente promovido por las leyes de amnistía y la impunidad, la guerra fraternicida que expone la condición de hermanos enfrentados y manipulados por grupos de poder local e internacional, la revolución y el anticomunismo, como propuestas antagónicas, y el desengaño como una revisión a un pasado del que no se ha aprendido nada.
Para las generaciones posteriores a la guerra, la conexión con el pasado ha sido lejana, difusa, llena de mitos, de culpables y de figuras heroicas conforme a la tradición familiar. Evitar el abordaje de los duelos y las afectaciones de las guerras parecieran estrategias para sobrellevar la ausencia de justicia, para enfrentar el vacío de respuestas que construye el Estado ante la primacía de la violencia y la pobreza como principales preocupaciones de la actualidad. En este contexto, toda propuesta que priorice la seguridad ciudadana e impulse el crecimiento económico, sean cuales sean los medios necesarios para ello, parece incrementar rápidamente su legitimidad, tal como lo hizo el gobierno de Ortega en Nicaragua a partir de 2007 y como lo hace Bukele desde 2019. Ortega amparado en su reputación de líder revolucionario y Bukele con antecedente de ser estratega y ex alcalde de Nuevo Cuscatlán y luego de San Salvador por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, el tradicional partido de izquierda de El Salvador.
En la actualidad tanto Ortega como Bukele han sido señalados por organismos internacionales debido a las graves violaciones a los derechos humanos a su ciudadanía. Ambos mandatarios comparten un patrón de eliminación de la disidencia a través del sobre control estatal de organizaciones de la sociedad civil, acoso y hostigamiento a la prensa y a defensoras de derechos humanos, así como detención arbitraria y encarcelamiento de personas opositoras. Sin embargo, la legitimidad nacional e internacional de ambos es diametralmente opuesta.
El Estado de Nicaragua, al mando de Ortega y la vicepresidenta y esposa Murillo, ha sido señalado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y por el Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua (de las Naciones Unidas) por la perpetración de crímenes de lesa humanidad como ejecuciones extrajudiciales, tortura, crímenes sexuales, entre otros, desde el estallido social en 2018 en el país. Las graves violaciones a los derechos humanos fueron ampliamente documentadas y difundidas y muchos de sus antiguos aliados locales e internacionales ahora son rivales o han tomado distancia ante las represalias o evidencias. Sin embargo, la pareja presidencial ha continuado anclada a su discurso revolucionario y ha señalado que la protesta ciudadana y la denuncia internacional son un intento de golpe de estado.
En cambio Bukele, especialmente famoso por su plan de control de las pandillas, ha sido calificado de autoritario por algunos sectores y aclamado por otros. El líder salvadoreño se ha distanciado estratégicamente del binomio izquierda-derecha, elaborando propuestas a problemas con raíces históricas muy cortas. De esa forma, apunta hacia un pasado inmediato y hacia un futuro incierto, desconociendo las causas y consecuencias históricas de los problemas que atraviesa su país. En esa tarea, el caudillismo es una de las grandes estrategias a las que apela al constituirse como la principal y prácticamente única cara visible del partido Nuevas Ideas, con el que ganó la elección presidencial.
Ideas finales
Ante un panorama tan cambiante donde decaen figuras históricas y emergen nuevas, se vuelve evidente que parte de la región centroamericana no ha logrado un consenso social sobre la memoria para la no repetición. En Argentina, por su parte, se ha puesto en entredicho aquella memoria oficial que hasta hace poco tiempo parecía inamovible. En este contexto donde los discursos anti derechos humanos ganan campo y se difunden masivamente como opción antagónica a la corrupción, a la paz, la prosperidad y al
bienestar de la “gente de bien”, los movimientos de derechos humanos y la academia realizan una labor fundamental en la defensa y creación de nuevas formas de entender el pasado y el presente, a través de la transmisión de memorias.
En Latinoamérica el ascenso de los nuevos autoritarismos y los retos que implica resistir sus ataques, choca con la discusión de temas que no han sido (ni serán) saldados, deudas históricas, reivindicaciones pendientes y finalmente la construcción de la Verdad de forma inclusiva. Las iniciativas ciudadanas en oposición a la negación de crímenes cometidos, junto con la movilización social y la transmisión de las memorias por medios formales e informales, han logrado grandes avances que se catalizan en la justicia y en reparaciones simbólicas. Confiamos que todas estas experiencias servirán para destacar la importancia que adquiere la enseñanza de la memoria de forma innovadora, dejando en claro su carácter activo y su relación con el respeto de los derechos humanos en la actualidad. Seguir trabajando en el campo de las memorias servirá para seguir recordando, defendiendo la dignidad de las víctimas y reivindicando el Nunca Más.
Simon Weinbaum, sociólogo por la Universidad Nacional de Mar del Plata, integrante del Grupo de Investigación en Violencia, Justicia y Derechos Humanos de la misma universidad, estudiante de la maestría en Derechos Humanos y Democratizacion en América Latina y el Caribe (CIEP- UNSAM)
C. Velásquez, comunicadora social egresada de la Universidad Centroamericana, UCA, de Nicaragua. Con experiencia en comunicación para el cambio social y medios alternativos, estudiante de la maestría en Derechos Humanos y Democratizacion en América Latina y el Caribe (CIEP- UNSAM)
Bibliografía:
- Jelin, E. (2017). La lucha por el pasado. Cómo construimos la memoria social. Siglo XXI editores.
- Jelin, E. (2000). Memorias en conflicto. Revista Puentes, 1, 6-13.
- Nader, A. (2010). Pedagogía de la memoria y educación en derechos humanos. Puentes, 28, 36-41.
- Sprenkels, R. (2017). El trabajo de la Memoria en Centroamérica: Cinco propuestas heurísticas en torno a las guerras en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Revista de Historia, 76, 13-46. https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/10046/24978
Otros insumos bibliográficos:
- Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2018, junio). Graves violaciones a los derechos humanos en el marco de las protestas sociales en Nicaragua. Recuperado de: https://www.oas.org/es/cidh/MESENI/informePais/default.html
- Filo.news. (2023, mayo). La nueva “doctrina de seguridad” que busca impulsar Milei. https://www.filo.news/noticia/2023/05/27/la-nueva-doctrina-de-seguridad-que-busca-impulsar-milei
- Ley 25.633 de 2002. Día Nacional de la Memoria por la Verdad. 23 de agosto de 2002.
- Organización de las Naciones Unidas (2023, marzo). Conclusiones detalladas del Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua. Recuperado de: https://www.ohchr.org/sites/default/files/documents/hrbodies/hrcouncil/sessions-regular/session52/A-HRC-52-CRP-5-ES.pdf
- Organización de las Naciones Unidas (s.f.). Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y la Dignidad de las Víctimas, 24 de marzo. Recuperado de: https://www.un.org/es/observances/right-to-truth-day#:~:text=El%2021%20de%20diciembre%20de,la%20Dignidad%20de%20las%20V%C3%ADctimas.
- Infobae. (17 de mayo de 2023). Victoria Villarruel, candidata a vicepresidenta de Javier Milei. https://www.youtube.com/watch?v=WFLiiApuNWw&list=PLtc5fjX2Cc6v9zkQF6KOzK a3ayEEiAfp-&index=7